Mi paso por el colegio “PoornodayaVidyaniketham” marcó un antes y un después en mi vida.
Había oído decir muchas veces una vez que vas a India puede que la odies o te enamores.
Soy Maestra de Educación Infantil y me apasiona aprender nuevas metodologías, observar la educación desde diferentes puntos de vista. Además este año estaba realizando la formación para ser profesora de Yoga para niños y por ello tras una gran búsqueda contacté con esta escuela.
Antes de llegar ya me fascinó. Me encantaba todo lo que leía de las propuestas que se realizaban en las aulas y los comentarios de otros voluntarios.
En “PoornodayaVidyaniketham” trabajan una metodología holística, mezclando diferentes técnicas y autores. Considero que la educación debe adaptarse a los niños y tener varias aportaciones permite conseguir esto de una forma más natural. Por eso no me lo pensé demasiado en ir a descubrir y compartir mis experiencias.
Desde el colegio me pusieron las cosas muy fáciles indicándome toda la información para poder llegar, respondiendo cualquier pregunta o duda, eso me dio mucha seguridad.
Llegué a Kerala algo asustada con lo que podía encontrarme y me planteaba si realmente había sido una buena opción. Después de un largo viaje y la lluvia tiñendo todo de gris no esperaba dar con una imagen tan preciosa al llegar. Se encuentra a las afueras de un pueblo rodeado de selva, con una estructura poco ostentosa. A mí además de fascinarme me inspiró mucha paz.
Iba con la idea de aprender y obtener recursos, pero descubrí muchos más.
Me dieron libertad para elegir en que quería colaborar y enseguida me sentí parte del equipo.
Era imposible no ir motivada a las clases, todos allí trabajan con entusiasmo y mucho amor por ofrecer una educación diferente. Di clases de Yoga y psicomotricidad fina. También participé en la creación de un proyecto para hacer una jornada de puertas abiertas con otras escuelas.
Me sentía inspirada no solo por el ambiente tan acogedor, también por la gente que conocí allí.
El equipo de “Poornodaya” con unas maestras increíbles, haciendo talleres de danzas de la india, creando materiales nuevos con elementos reciclados, aprovechando la naturaleza y haciéndola formar parte. Le dan importancia a cada alumno en particular. Los observan, hacen actividades que fomenten la concentración y tienen en cuenta los sentimientos de cada uno de ellos.
La meditación, el Yoga y la importancia de los valores están muy presentes.
Otra pieza clave fueron los voluntarios que estaban allí. Tenían propuestas fabulosas pero sobre todo me hacían sentir como en casa.
El tiempo pasaba volando, entre tormentas y algunos días de sol.
En mi tiempo libre viajé, para mí a otra dimensión. Selvas frondosas, comidas exquisitas, gente maravillosa y muchas historias.
Aprendí de educación pero si algo me transformó fue la capacidad de adaptación, el don de palabra y la humildad.
Volví a España enamorada del colegio y de mi experiencia en la India.
Si tuviera que definir este mes con una palabra, magia, sería la más indicada.
Irene Ortega.